Una mujer camina cargada de poesía en sus hombros mostrando como es su mundo

  POR: SAMIR SALGADO




Una mujer camina cargada de poesía en sus hombros

                                                           mostrando como es su mundo

Una mujer busca la “palabra” “perdida”

y se envuelve en llanto

 

Una mujer escucha una voz…

encuentra la palabra maltratada debajo de las piedras,

y sana su piel con sus caricias.

 

Una mujer teje palabras en incontables noches de lunas…

Una mujer junta pedacitos de memoria guardados

que nos hablan de su milenario pueblo.

Ella recuerda a su madre decir:

“me agarró el Kuychik [arco iris] en el pukyu [fuente de agua]

cuando fui a traer agua

ese picaflor con ojos de cóndor

me quedó viendo el pelo,

―hazte bien la trenza, ellos persiguen

a las bonitas, ojonas y pelonas―

 

Amarra el huango a la piedra gigante [-enseña su madre-] […]

para que el viento de la loma

solo pase silbando” [1]

Una mujer caminante, andante, nómada

se mira al espejo, se reconoce en su interior

y encuentra a su madre,

“tus fajas –dice- […] me fortalecen” [2]

 

Una mujer guarda el “dolor de la historia”,

guardada en la memoria de los abuelos:

el “desamparo”, el “abandono” [3], el olvido

 

Una mujer escucha a “la montaña habla[r] a través del viento”[4],

rasguños de memoria,

palabras que crecen y renacen como el páramo,

semillas de maíz que crecen aun entre las piedras:

                           Túpak Amaru,

                           Mama Dulu,

                           Transito Amaguaña,

                           Zoilita Espinoza….

tantas historias tejieron las mismas luchas:

                            Igualdad,

                            Libertad,

                            Justicia

 

Una mujer se pregunta

“¿En qué momento este mundo perdió el sentido?”

y a continuación dice:

“los taytas [y mamas] enseñaron a pensar con el shunku”[5],

a sentir con el corazón

 

Una mujer constata que

“hay alguien o algo que nos impide vivir,

 que nos arrebata la libertad”[6],

y –a propósito de las movilizaciones de octubre de 2019-, ella dice:

que la libertad “se ha perdido,

con su niño en brazos”[7]

 

Una mujer, teje palabras desde la sabiduría de su corazón, y dice:

“Si no cuentan los libros nuestra historia,

la cuenta las formas de mi rostro,

si no grita la voz de nuestra lengua,

la cuenta el sonido de los vientos”[8].

 

Una mujer kichwa, una mujer runa, desde su comunidad,

desde su lengua, desde su ser,

comparte esperanzas

y nos recuerda que

“en algún lado del mundo

se teje una red

de corazones despiertos,

danzando con el sol

y con la luna,

buscando paz para el mundo”[9]

buscando defender nuevas y mejores relaciones

entre los seres humanos,

buscando defender la vida de la Madre Tierra

y de la humanidad toda.

 

6/octubre/2022


[1] Potosi Chuqín Gladys.  Purik Arawi / Poesía nómada, Lima: Almandino Editores, 2022: 16.

[2] Ibid., p. 47

[3] Ibid., p. 77

[4] Ibid., p. 28

[5] Ibid., p. 52

[6] Escuadrón Marítimo Zapatista, llamado “Escuadrón 421”.  “Apenas 500 años después”.  Enlace Zapatista, 13 de agosto de 2021.  En https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2021/08/13/apenas-500-anos-despues/

[7] Potosi, Ibid., p. 61.

[8] Ibid., p. 78.

[9] Ibid., p. 70

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