La película Cuarto de Guerra, parte desde el cotidiano de vida moderna de una familia donde la velocidad de la rutina, las ocupaciones vanas han convertido a los objetivos de vida en cosas superfluas, pero sin embargo asistiendo a una iglesia cristiana también convertida en monotonía y sin sentido de verdadero amor a Cristo. Lo material ha nublado el amor de familia y la verdadera educación profunda quedando a la deriva la atención y educación para su hija. Es ahí cuando las tentaciones aparecen, las prioridades cambian y cada éxito logrado no es atribuido como obra de Dios, sino como una acumulación de riquezas materiales, entonces, se establece una unión familiar sin comunicación fomentada desde la obligación y no desde el amor.
Sin embargo, las obras de Dios
son perfectas y nuestro servicio como buenos cristianos es mantenernos con la
atención despierta ante el llamado del señor quien nos encomienda actuar cuando
nuestro prójimo así lo requiere. De este modo providencial en la película
aparece la Srta. Williams quien actúa de modo providencial para Elizabeth quien
se encuentra apesadumbrada por su situación familiar que parece empeorar cada
día.
“Cuando las cosas no van tan
bien, recuerdo que Dios sigue en control, me da fuerzas”. La reacción de
Elizabeth ante estas palabras de la Srta. Williams, es lo que les conecta para
entender que existe una razón más profunda para este encuentro que parecería
solamente un encuentro de negocios, la divina providencia inicia su trabajo
para regresar el rostro de su hija hacia Él.
El tiempo de Dios es perfecto y son
las obras de Dios el ponernos a las personas precisas en nuestro camino cuando
más lo necesitamos; Él que se vale de todo para llegar a tocar y abrir el
corazón de quien lo requiere y se deja. Es así como inicia una relación
afectiva y de profundidad entre estas dos mujeres que cumplen con el objetivo
estar cada una al servicio de la otra como mandato de Dios.
En sus conversaciones nos da a
entender que una vida sin oración es como un café en estado ambiente, no se
puede disfrutarlo; la gente bebe su café caliente o frío, pero a nadie le gusta
tibio, ni siquiera al Señor. Una metáfora clara para dar a entender que la vida
de oración debe ser de total entrega y constancia, sin tibiezas ni
mediocridades para que la misma vida sea entregada a la voluntad de Dios. La
vida espiritual más allá de una asistencia física a la iglesia es sin duda la
forma como se vive a Dios en la vida cotidiana sobre todo cuando existen
turbulencias emocionales que han acaecido en ciertos desordenes.
Cuando un matrimonio se encuentra
al filo del abismo o en el peor de los casos cuando ya no hay más opciones,
apenas se quiere que las cosas cambien como por arte de magia, pero si hacemos
una retrospectiva de cómo ha sido la actuación de los involucrados se puede
encontrar que los problemas ocasionados tienen que ver con la total desconexión
con Dios y la falta de fe verdadera en Él. Como un medidor de ello aparece la
pregunta ¿Cuánto oras?.
Entonces la Srta. Williams le
muestra el lugar favorito de su casa, y la dirige al armario. Considera al
armario un CUARTO DE GUERRA, en donde dice luchar constantemente; allí se
conjuga la soledad y el silencio necesarios para entablar oraciones a Dios
mediante estrategias de oración para cada área de su vida, estudiando a
consciencia las escrituras. Dios le mostró que no le correspondía hacer el
trabajo pesado, eso era algo que sólo Él puede hacer, a mi me corresponde
confiar en Él, buscarlo y confiar en su palabra.
La Srta. Williams se convierte en
la intermediaria del Señor ante esta familia que tanto lo necesita y promete enseñarle
las armas con las que puede luchar para salvar su matrimonio.
Elizabeth comienza a darse cuenta
de que vale la pena luchar por su familia y que esta es una batalla que ella no
puede ganar sola. Dar un paso de fe, poner las necesidades de su familia y sus
futuros en las manos de Dios, puede ser su única oportunidad de recuperar la
vida para la cual fue creada.
La película
también nos invita a crear un espacio en nuestro hogar que sea destinado para
dialogar con Dios, tener ese encuentro y escuchar su voz en el silencio. Un
CUARTO DE GUERRA para la batalla espiritual.
En este
contexto, Elizabeth lucha contra el enemigo equivocado y cumple la función equivocada.
Comúnmente, las personas tratan de cambiar a sus seres queridos, pero en verdad
lo único que deben hacer es amar, respetar y orar, es la fórmula que ayudará a
restablecer cualquier situación por más catastrófica que fuere. Dios se
encargará del resto.
Es así como
Elizabeth inicia un nuevo aprendizaje entre confusiones, caídas y levantadas. A
veces sin entender, sin lograrlo, pero sin embargo haciéndolo. Viviendo
experiencias en donde Jesús es el protagonista y el protector en todo momento.
Entre los
aprendizajes de Elizabeth comprende que, ante todos los errores, Dios nos ama y
nosotros debemos mantener el corazón despejado para poder tener la gracia de
Dios. Como dice Romanos 3-10 “No hay justo, ni aun uno”, pues todos hemos
pecado, ninguno de nosotros merecemos Gracia pero todos queremos el perdón de
Dios.
Nos muestra la
entrega que Jesús tuvo para con nosotros y aun a pesar de su padecimiento, su
misericordia es infinita, perdona nuestros pecados y siendo así, no debemos
negar el perdón a los demás. En la oración se solicita el abandono completo a
los brazos del Señor, pues la vida que tenemos deja de ser nuestra para ser de
Él. Si queremos la victoria primero habremos de rendirnos. Es importante
reconocer cual es la fuerza que muchas veces nos pone en tentación; pues pues
Dios no quiere robar, matar y destruir; este reconocimiento se lo hace mediante
la oración constante, consciente y amorosa a Dios nuestro Señor. Recordándonos la
enseñanza de Mateo 6,6 que dice: “Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y
cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre,
que ve en lo secreto, te recompensará”.
Luego de este
proceso de enseñanza viene la aplicación de todo este aprendizaje, es cuando la
oración mueve todo y se revela la misericordia de Dios a través de un estado
consciente de sus emociones, entregándole a Dios el control y el corazón de
esta situación que no han permitido renovar las flores marchitas en el
desierto.
La conversación
con Dios se vuelve profundísima, la entrega total, el abandono, la dicha de
poder contar con el mejor abogado y médico de la vida como es Dios. La
fidelidad de Dios es latente cuando la lucha se vuelve fuerte y los
triunfadores son quienes dejan de tener el control para entregar todo cuanto
hay al Señor, sometiéndose a Él. La maldad se aplaca cuando Dios nos habita,
nos gobierna y nuevas fuerzas nos nacen porque todo es del administrador de
nuestra vida que es Dios. La lucha en oración se hace latente, todo lo cambia y
todo lo transforma.
Lo inevitable
sucede para Tony, todo empeora, despedido del trabajo, confuso, con miedo y con
tantos problemas inicia una reconciliación consigo mismo, con Dios y con los
suyos para despejar las nubes que lo turban; así puede apenas empezar a
reconocer lo que tenía en casa y todo cuanto se estaba perdiendo por haber
perdido el horizonte y objetivo de su vida. Al encontrar las oraciones escritas
por su esposa, se sensibiliza tremendamente hasta el mundo de la redención. Las
corazas de su corazón se diluyen mientras lee las cartas que guarda en el
armario, son las obras de Dios que ha escuchado las oraciones de la esposa. Sus
lágrimas corren como agua de río y esto le permite a Tony despejar sus ojos y
empezar a disfrutar en la sencillez con su hija y esposa.
La redención de Dios ante el arrepentimiento y
el perdón amplían el horizonte y nueva fe crece en los corazones de esta
familia; que, aunque pareciera que todo se derrumba, solo se establecen
cimientos fuertes para tener la nueva vida en Dios nuestro salvador.
Dios no se
detiene hasta haber filtrado todo, así que también pone al descubierto
anteriores tentaciones en los que ha caído Tony; decide enfrentarlas y
repararlas con coherencia de fe y esperanza, aun con el miedo de que los
resultados sean catastróficos; pero Dios es grande y maravilloso pues quien
obra con sinceridad recibe en abundancia, como dice Juan 15, “El que permanece
en mí y yo en él, ése da fruto abundante”.
Un final
maravilloso que expone la gracia de Dios ante un corazón arrepentido y un obrar
sincero. Hace falta escuchar lo que Él quiere de nosotros, porque Él sabe que
hacer, para ello la oración es el medio en esta lucha donde Dios es el ganador.
Y finalmente un
hermoso versículo de las sagradas escrituras:
2 Crónicas 7-14: “Si
se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y
buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré
desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.
Esta película, nos
ilustra realidades de una fe sólida y fuerte en la oración. Cómo a través de
escuchar la palabra, de leer el evangelio, meditarlo y ponerlo en práctica, se
pueden cambiar historias.